La venerable madre Jerónima de la Fuente, 1920 Óleo s/ lienzo, 160x110cm. Museo del Prado. Madrid |
De esta serie de retratos inolvidables, de gran pureza psicológica,
y de las pocas obras fechadas y firmadas por el artista, forma parte La venerable
madre Jerónima de la Fuente, fundadora y primera abadesa del convento de Santa
Clara de la Concepción de Manila en las Islas Filipinas, como indica la inscripción de la parte inferior.
La monja aparece
en pie, llenando con su sola presencia un espacio desnudo, sin más notas de
color que la carnación de los labios y el rojo del filo de las hojas del
breviario cerrado que recoge bajo el brazo izquierdo; viste el hábito marrón
propio de las clarisas apenas diferenciado del fondo, sequedad que obliga a
dirigir la vista al rostro duro de la monja, La luz dirigida, con técnica que es todavía la propia del tenebrismo, resalta la dureza y las arrugas de manos y rostro.
La visión elevada del suelo parece indicar que Velázquez desconoce el modo de resolver la perspectiva lineal, o que conociéndola ha decidido no usarla.
Sin embargo el joven pintor había ya
entendido que la verdadera aprehensión de la realidad en la pintura no está en
la meticulosa imitación de la naturaleza de las cosas, sino en su realidad
óptica, donde la vista se engaña.
Para las composiciones religiosas como la Imposición de la casulla
de San Ildefonso, bien pudieron servirle de inspiración los ascetas
espiritualizados de El Greco .
Imposición de la casulla a San Ildefonso,1620-1623 Óleo s/ Tela, 165x115cm. Fundación Focus Abengoa Sevilla. España |
Lo que sí sabemos es que se pintó entre 1620- 1623, en el intervalo entre sus dos viajes a Madrid. El tema de la imposición de la casulla a San Ildefonso es muy toledano ya que el santo fue obispo de Toledo, aunque era originario de Sevilla.
Sin embargo, en la zona principal del lienzo encontramos el detallismo característico de la etapa sevillana y el claroscuro aprendido de las imágenes de Caravaggio, recurriendo a las tonalidades oscuras animadas con el rojo de la casulla.
No obstante, con seguridad abrumadora, Velázquez transforma siempre esas influencias en un estilo personal incomparable, cuyo arte compositivo permite reconocer al genio.
La pintura fue descubierta en el siglo XVIII en el claustro
del convento sevillano de San Antonio en un lamentable estado de conservación,
por lo que siempre ha pasado un tanto desapercibida por los amantes de lo
velazqueño.
No existe certeza absoluta sobre la identidad de este
personaje, considerándose la posibilidad de que se trate de don Juan de
Fonseca, uno de los primeros mecenas de Velázquez.
Amante de la pintura,
alguien muy influyente en los primeros años de la carrera del pintor.
Técnicamente es un ejemplo soberbio de la destreza del sevillano, demostrando su capacidad para captar el carácter y la personalidad de su modelo así como las calidades de las telas, en especial la turgencia de la golilla. La pincelada es precisa y detallista, destacando la luminosidad del conjunto.
Técnicamente es un ejemplo soberbio de la destreza del sevillano, demostrando su capacidad para captar el carácter y la personalidad de su modelo así como las calidades de las telas, en especial la turgencia de la golilla. La pincelada es precisa y detallista, destacando la luminosidad del conjunto.
Conde-Duque de Olivares,1624 Óleo s/lienzo, 206x106cm. Museo de Arte de Säo Paulo. Brasil |
Gaspar de Guzmán y Pimentel, conde-duque de Olivares, valido
del rey Felipe IV de España (Roma, 1587 - Toro, Zamora, 1645). Segundón de una
rama menor de la casa de Medina Sidonia, inició una carrera eclesiástica
estudiando en la Universidad de Salamanca.
En el lienzo aparece el conde-duque de pie, con la mano
izquierda sobre la empuñadura de su espada, viste un sobrio traje negro con
capa, una cadena de oro con grandes eslabones, las espuelas de oro como
caballerizo mayor, la llave de mayordomo en la cintura y en el traje grabada la
cruz roja de la Orden de Calatrava, haciendo notar la importancia, el poderío y
la seriedad del personaje.
Destaca también el enorme busto con el cuello de plato liso,
en comparación con el tamaño más reducido de la cabeza, lo que genera un
impacto visual curioso.
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