En 1.623 vuelve a Madrid, reclamado por el conde-duque de Olivares para pintar un retrato del rey Felipe IV y el monarca le nombra pintor de cámara. Velázquez, con 24 años, se convierte en pintor real y encargado, además, de la conservación y valorización de los bienes artísticos y arquitectónicos de la corona.
El retrato del joven Felipe IV fue el primero de una serie de retratos, no sólo del rey, sino también de la familia real y otros miembros de la corte.
Felipe
IV
Hacia 1626 Lienzo. 2,01 x 1,02 Museo del Prado, Madrid. |
Felipe IV,1623 repintado hacia 1628 Óleo s/ lienzo, 201x102cm. Museo de Prado .Madrid |
Felipe IV,1623 Óleo s/lienzo, 198x101.5cm. Metropolitan Museum New Jork |
Este retrato del joven
rey Felipe IV, pintado hacia 1623-1626, es un soberbio ejemplar del estilo de
Velázquez en sus primeros años madrileños y, a la vez, una prueba de cómo el
artista volvía una y otra vez sobre sus lienzos, que tuvo siempre ante sus
ojos, en las paredes del Alcázar.
El retrato se compuso
primero en la tradición de los del siglo XVI creada por Antonio Moro, con las
piernas abiertas ,pero algunos años más tarde decidió cambiar la silueta, juntando las
piernas, con lo cual la figura ganó notablemente en esbeltez. Aún es visible, a
simple vista, la disposición
originaria.
Infante Don Carlos, 1626 Óleo s/ lienzo, 209x125cm. Museo del Prado Madrid |
Ésta es una de las pocas imágenes que se conocen del hermano
del rey Felipe IV, y fue realizada por Velázquez unos años antes de la muerte
del Infante. Vestido con traje negro, con realces en gris y capa corta, la
cadena de oro y el Toisón son los únicos elementos de adorno. Poco conocido,
don Carlos pasó la mayor parte de su vida a la sombra de su hermano, aunque se
le conocen aficiones pictóricas y poéticas.
Velázquez logró plasmar el carácter indolente del Infante, fruto de su
situación en la corte. La figura delante de un fondo neutro, la forma en que
está modelada mediante las gradaciones de luz y la sombra que proyecta sobre el
suelo, sitúan la pintura dentro de los retratos más logrados del artista.
Destaca la belleza de la mano derecha, mientras que con la izquierda sostiene
con naturalidad un sombrero de fieltro.
El cuadro constituye
uno de los retratos más atractivos y elegantes de los realizados por el
sevillano en sus primeros años de estancia en Madrid.La cena de Emaús. La Mulata,1618-1622 Óleo s/ lienzo, 55x118cm. National Gallery de Dublín. Ireland |
Una de las primeras obras conocidas del pintor pintado antes del año 1623, aunque es difícil
datarlo en una fecha exacta, los especialistas se inclinan por el año 1618 .
Con elementos propios de la pintura de bodegón, el primer
término lo ocupan sendas escenas de cocina que dan paso al fondo, a los
personajes evangélicos. Se trata de un recurso que Velázquez pudo aprender de
cuadros y estampas flamencas que demuestra su interés por reflexionar sobre las
fronteras entre la realidad y la historia, y que volveremos a encontrar en Las
hilanderas, al final de su carrera.Corresponde a una serie de cuadros en los cuales el tema principal, el que da título al cuadro se sitúa al fondo como tema secundario, ya que la escena más importante se encuentra en primer plano.
La cena de Emaús, 1623 Óleo s/ lienzo,123.2x132.7cm The Metropolitan Museum of Art. New Jork. USA. |
El realismo de los personajes y las calidades de las telas, recuerdan a Zurbarán, así como el colorido empleado al apreciarse una ampliación en su paleta.
La figura ausente de Cristo contrasta con la expresividad de los dos apóstoles.
En 1628, cuando Rubens llegó a Madrid y contempló las obras que Velázquez estaba realizando, le animó a que completara su formación en Italia, la cuna de la pintura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario