Las Meninas, la obra más famosa de Velázquez, un ejemplo de composición, perspectiva y estudio de proporciones y una de las pinturas más importantes de la historia del arte.
Al obra más famosa de Velázquez encierra una compleja composición construida a partir de una admirable habilidad para el uso de la perspectiva, de la plasmación de la luz y de la representación de la atmósfera.
Las interpretaciones sobre el tema han sido muchas. Las más numerosas subrayan la reivindicación de la nobleza de la pintura frente a las prácticas artesanales.
En la composición, el maestro nos presenta a once personas, todas ellas documentadas, excepto una. Velázquez se autorretrata pintando el propio cuadro a la izquierda del lienzo, afirmando así la supremacía del arte de la pintura. La infanta Margarita (1651-1673), vestida de blanco, aparece rodeada en el centro de la composición por sus damas de compañía, las “meninas” María Agustina de Sarmiento e Isabel de Velasco, dos bufones de la corte, María Bárbola y Nicolasito Pertusato, y un perro mastín. Detrás de ella, aparecen conversando un guardadamas, la dueña Marcela de Ulloa, y, en la puerta, al aposentador José Nieto.
Los reyes, Felipe IV y Mariana de Austria (1634-1696), se reflejan en el espejo del fondo, dando lugar a un encaje espacial difícil de superar.
Velázquez aparece con la Cruz de la Orden de Santiago en su pecho, honor que consiguió en 1659. La mayoría de los expertos coinciden en que la cruz fue pintada por el artista cuando recibió la distinción, apuntándose incluso a que fue el propio Felipe IV quien lo hizo.
Pero el verdadero misterio está en lo que no se ve, en el cuadro que está pintando Velázquez.
Algunos autores piensan que el pintor sevillano está haciendo un retrato del Rey y de su esposa a gran formato, por lo que los monarcas reflejan sus rostros en el espejo.
Si unimos las cabezas de los diferentes personajes se forma la estructura de la
constelación llamada Corona Borealis, cuya estrella central se denomina
Margarita, igual que la infanta. De esta manera, la continuidad de la monarquía
está en la persona de Margarita, en aquellos momentos heredera de la corona.
Del Campo se basa para apoyar estas teorías en la gran erudición de Velázquez, quien
contaba con una de las bibliotecas más importantes de su tiempo.
Técnicamente el
cuadro es insuperable. El conjunto de perspectivas utilizadas es único y
produce un efecto “atmosférico” en el ambiente representado, como si el pintor
hubiese pintado el aire entre las figuras. La primera perspectiva es la lineal, diversas líneas imaginarias guían nuestra vista hacia el fondo y nos hacen creer en una fuerte tridimensionalidad. Este asombroso efecto se refuerza con un suelo neutro, de moqueta, que avanza hacia nuestra posición y, sobre todo, con unos espacios alternativamente iluminados y en penumbra que subrayan el efecto de alejamiento
La otra perspectiva es la aérea, la difuminación progresiva de los contornos y la degradación de las gamas tonales con el aumento de la distancia y el alejamiento. Como remate, Velázquez pone un agujero iluminado en el centro (la puerta abierta) que da a una estancia donde no vemos el fin, es decir, el cuadro tiene una perspectiva ilimitada.
Esta combinación de perspectiva aérea y lineal es lo que ha fascinado a todos, expertos o no, desde el siglo XVII.
La gama cromática empleada por Velázquez en esta obra es limitada y contenida, predominan los grises y los ocres, no obstante, aplica colores fuertes como el rojo fuego en pequeños detalles de la vestimenta de las niñas. De este modo rompe la monotonía de colores y atrae nuestra atención. La calidad de las brillantes sedas con grises y blancos muy luminosos resultan de una gran belleza.
El primer plano se ve un potente foco de luz que penetra desde la primera ventana de la derecha y la infanta es el centro del grupo.
Las figuras de segundo plano quedan en semipenumbra, mientras que en la parte del fondo encontramos un nuevo foco de luz, sobre el aposentador que recorta su silueta sobre la escalera.
La pincelada empleada por Velázquez es suelta, trabajando cada uno de los detalles de los vestidos y adornos a base de pinceladas empastadas, que anticipan la pintura impresionista.
La gama cromática empleada por Velázquez en esta obra es limitada y contenida, predominan los grises y los ocres, no obstante, aplica colores fuertes como el rojo fuego en pequeños detalles de la vestimenta de las niñas. De este modo rompe la monotonía de colores y atrae nuestra atención. La calidad de las brillantes sedas con grises y blancos muy luminosos resultan de una gran belleza.
Pero lo que verdaderamente impactante es la sensación atmosférica creada por el pintor al conseguir el efecto espacial, creando la sensación de que la sala se amplía en el lienzo, es la llamada perspectiva aérea, que otorga profundidad a la escena a través del aire que rodea a cada uno de los personajes y difumina sus contornos, especialmente las figuras del fondo, que se aprecian con unos perfiles más imprecisos y colores menos intensos.
2 comentarios:
Impresionante trabajo sobre éste cuadro. Yo ya había leído cosas, pero tú en ésta entrada las has unificado y me he quedado más que impresionado.
Impresionado por Velázquez, e impresionado por tu trabajo.
Saludos
Joker
Gracias Fernando, me alegra que te guste mi trabajo....por circunstancias bastante tristes he tenido que posponer hacer igual con Miguel Ángel y Goya, pero tendrá que ser más adelante...para mi Velázquez es único, un pintor que se adelanto a su época en el tratamiento de la luz, dando paso al impresionismo.
Gracias por tu comentario
Un abrazo
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